No creas en ti
cuando asecho tu cuerpo;
Ni confíes en tus manos,
tratarán de seducir mis labios.
No finjas el mirar,
cerrarás tus párpados a la pasión.
No controles tu piel
temblará entre mis manos.
No pienses
cuando la noche nos acompañe;
No dudes
en el rechinar de la puerta
ni digas la verdad,
permita que nazca en nuestros cuerpos.
No calles,
inunda la estancia en el quebranto;
ni respires
¡que se funda tu latir y el mío!
No desmayes.
La calma no vive entre lo nuestro.