A una niña sorpresa por el desamor
No es más cuento de hadas,
si el príncipe es hediondo,
barrigudo y desatento.
Es pesadilla ese cuento,
¡un ramalazo muy hondo!
¿De ese sueño no te agradas?
¡Grita tus rabias al viento!
y sin remordimiento,
despacha al infierno las hadas,
y ¡escribe, de prisa, otro cuento!…