Oh!, sucesivas marionetas mías
¡Oh!, senderitos azulados tuyos,
tan azabache intensamente frías
sí, te lloré en mi corazón de arrullos.
Melancolía que murióse en gozo
tabúes brunos por aquestos modos
después te marchas golpeando codos
y, lo demás cayóse de sollozo.
De mi escarpín encaminado al yermo
dejé camino en mi sustancia enfermo,
como un hereje condenado al duelo;
¡Pobre de usted! moralidad escueta
perseguirá velocidad asceta
cuando partiera duplicado el cielo.
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David John Morales Arriola.