Entre mi boca naces: utopía,
corcel uncido a mi piel
como un relámpago
atado a cada noche.
En las esquinas del fuego
colmado de mi cuerpo,
dotado de silencios besadores
sigues naciendo humedecido,
continuo y disfrazado de penumbras
para mi boca, para mi boca sola…
Eres como un racimo
de oscuridades jadeantes,
que cuelga del árbol
finito de la noche,
tan sólo para mí.
Animal de tu sombra,
eres como una torre
desnudada de vida,
agotándose en mí,
como una profecía secretísima
que cae de la luna
iluminando agrestes madrugadas.
Yo que antes me tendía
como una flor de opacidades
tan sólo para ti…
Ahora he comprendido, inevitable,
que eres la flor que cae
desde el más alto mundo de la noche,
tan sólo para mí.