Teo Revilla Bravo

FULGOR DE ESPEJO

FULGOR DE ESPEJO

 

 Florecimos como lúcidos testigos

de un tiempo arrollador,

llegado con la fuerza emergente

de un sol que nos reinventaba febril

cada mañana, al invadir los ojos

enamorados de un irrecuperable

fulgor de espejo o prístina lágrima

donde tantas veces absortos,

amor, nos miramos. Tiempo

talismán convertido hoy en frágil

nostalgia; notas esparcidas

como delicados ecos; sinfónicos

destellos formando veladuras

musicales inigualables; momentos

máximos donde, alejados

del inmediato olvido, con placer

nos encontrábamos. ¿Quién eras tú,

quién yo orillados ambos

entre angosturas y transparencias,

envueltos en permanentes flujos

de ilusión y ensueño? ¿Quiénes

ahondados en la inocencia

alborotadora,  traveseando

juveniles por las rampas

de un abismo sinuoso, transparente

y febril, por donde sin saberlo

sutilmente rodábamos...?

 

…avanzaba la luna con sus pestañas

de oro y plata, deshabitándonos

poco a poco de luz y noche,

mientras tropezaba, silenciosa

peregrina, contra el cristal encandilador

de la pertinaz memoria…