Artífice de los hambres,
Hierofante acalorado en plena primavera,
Modesto alquimista de tímidos ademanes
¡No tiembles!
Por favor, mírame de nuevo.
Adónico moderador de las risas y espasmos,
Embanderado de las meriendas, libertario de masas,
Donador de promesas enharinadas.
¡Qué sublime titubear!
Te lo ruego, mírame de nuevo.
Amaestrador de abejas,
Sinembarguicida de los dulzores,
No tan flautista como el que se lleve tu marca...
¡No quiero tu cambio!
Sólo te suplico: mírame de nuevo.
Yo no vengo a propugnarte una guerra insidiosa
Como toda la procesión de damas enclenques
Y sus preguntas obvias,
Sus quejas consabidas,
Los apelativos que debemos a su dinastía
(Y a la puta madre que las parió)
Yo no pienso hacerte el abandono prematuro
Para ir a entalcarme la nariz
O la cordura
Cuando se te abarrote el barco
De motines apresurados
Y gordas con sombrero.
Yo no quiero engatusarte en un juego de té
(Aunque si eso sirviese para besarte,
Herviría mis mejores hojas de mente...)
Tan sólo, por favor,
Mírame de nuevo.
Cuando la aceleración y el punto nieve
Hayan pasado.
Cuando a la menopausia y al horno
Les falten cinco para el peso,
Yo te acepto ese \"cuartito\" que me ofrecés -
por criollo y por quemado-
Lo mismo que te niego por impalpable;
Equidistante a lo que retrucarías a mi mano.
Sólo mírame de nuevo
Que voy a morderme el labio
Como si fueras vos mi pan de cada día.