En la ternura que
emana.
De sus manos
en mis manos.
Besó mi alma su
alma.
Que callada nada
dijo.
En un sueño febril
de agonía.
Por donde se
escapa la
vida.
En el limbo que
antecede a la
muerte.
Oí el susurrar del
viento.
Que es de su
boca el
aliento.
Y en sus ojos su
mirada.
Entró tan hondo
en mi cuerpo.
Que deseando
estar muerto.
Y dejar atrás la
agonía.
Que acompaña
a una partida.
Quise seguir con
vida.
Porque es su
alma la mía.
Y en su cuerpo
estaré dentro.
Hasta terminar
mis días...
Rafael Pablo