Hectorin caballero

Agonía

Del maestre del sueño y del delirio  El látigo en mi espalda, doloroso,  Ha florecido; estrella del cielo dormido,  Con el maníaco destello de lo  virtuoso.   

Mis labios comienzan el ritual  Y mi lengua las palabras evoca;  Arquitectónicas columnas del umbral,  Del vacío cósmico de mi oscura boca.   

Olas amargas agrietan la fibra  De mi afiebrada carne, presa de la pavura;  Mientras la muerte se acerca y abre la plica  Las órbitas de mis ojos centellan locura.   

¡Oh Dios mío! ¡Espectral ser averno  Que arrastra, en su roja mirada, el diabólico  Estruendo de las troneras del infierno!