La caída
Una hora he de llorar, yo lo prometo,
después vuelvo a reír, vuelvo a la vida,
y nadie va a saber lo que me oxida
y nadie va a saber donde me meto.
Pero esta vez me iré, será un secreto,
me iré para llorar como un suicida,
me iré para lamer mi vieja herida
y luego regresar, dispuesto al reto.
Una hora nada más, un breve asueto
de penas y dolores y embestida,
y un claro en que salir del vericueto.
El resto, el porvenir de mi partida,
un tiempo sin color en que arremeto
ecuánime y feroz, tras mi caída.
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