Aventúrate hacia el interior de ti mismo.
Fija tu mirada en la imagen sin forma,
Apunta tu oído al sonido inaudible,
Apóyate en lo que no tiene firmeza...
Y déjate caer en el vacío insondable,
Hacia el ignoto paraje de la quietud.
Permanece allí inmóvil,
Tanto de cuerpo como de mente,
Con todas las funciones del alma en suspenso.
Tenue, muy tenue el aliento,
Como si estuvieses muerto,
Pero intensamente alerta y delicadamente atento.
Y... ¿Quién sabe? ¿Quién puede saberlo?,
Te encuentres, tal vez, con lo inmutable y sin tiempo,
Con el espacio infinito…
Y la plenitud del silencio.