Voy a convertirme en un ermitaño, desaparecer de los ojos de muchos mas no de los corazones de algunos, deseo vivir en contacto con el místico árbol de la vida y la tierra fértil, allá donde escuche el ruido del viento, el trinar de los pájaros y el sonar de los grillos.
Quiero enterrar mis uñas en el suelo y cavar la fosa donde sepultaré mis frustraciones y mis miedos; colocaré mis angustias en reposo mientras me curo del mundo ingrato e insensato, dejaré mi carne a los animales pero mi alma será del bosque, para la eternidad y el recuerdo.
Anhelo olvidar la realidad del mundo que promete lágrimas cristalizadas que serán vendidas al mejor postor y lluvias de balas en lugar de estrellas; dejaré el mundo para sentir los verdaderos amores del alma; por eso, hallaré eso que todos prometen.
No quiero caminar con mis pies descalzos sobre el concreto que quema mis pies; más bien, caminaré sobre la tierra fresca para dejar mi paso, mis huellas.
Seré el ermitaño que tatúe su piel con las alegrías del mundo, seré el soñador y explorador de anhelos, el amor caminará sobre mis dispersos pensamientos. Teñiré las hojas con mi espera y pintaré los pétalos de las flores para alegrar mi paso mientras no vea los ojos apasionados y los vehementes labios de los amantes.
Esperaré reposar en la eternidad y encarnar para voltear mi mirada sobre el nuevo mundo, que esté lleno de sueños y nuevas esperanzas.