Como amabas la vida,
amo yo la mirada del sol,
como reías entre mis brazos,
amo el recuerdo de tu calor.
Las estrellas en tus ojos
iluminan mi alma;
recordando tu franca sonrisa
camino por sendas en calma.
La vereda de la vida
me condujo a afrontar mi sino;
deseaba cobijar tu tierna niñez
oculta entre arbustos espinos.
La primavera ya fecunda la vida.
La mirada de los cerezos en flor
embarga mi memoria en una suave brisa,
que suspira la fragancia de tu amor.
Los tímidos rayos del sol
moldean el níveo manto de las cumbres;
doquier, brotan fuentes rebosantes de color,
fecundando paisajes en mansedumbre.
Mantos de algodón miman el cielo;
de las gotas de rocío brotan destellos,
que reflejan la luz de un intenso anhelo:
verte sonreír acariciando tus cabellos.
Rosados capullos se inclinan
por contemplar tu tierna belleza,
que germina dentro de mí
cual viva llama de flamante pureza.