No impacientéis compañero
ahora que están muriendo
los que nacen.
Mira mi dolor austero,
ahora que están doliendo
los que yacen.
Mirad como el desamparo
provoca siglos de eras
peligrosas.
Y sumisa, y sin reparo
ahogan las agoreras
cenagosas.
Dime ¿a dónde vas amigo?
y tan cïego al tanteo
del vivir.
Dejádme. Pero contigo,
aunque yo tampoco veo
mi existir.
De los abismo en mi testa
nacen cosas que adormecen
todo seso.
Y subiendo hasta la cuesta,
pensamientos se remecen
en mi hueso.
¡Hombre, cuídate en todo,
que tu horizonte no veo
al tascar!
¡Cuidado¡ mirad el lodo
que te muerde como reo
al bizcar.
Por esas salobres aguas
y que sedientos bebieron
los lembarios;
se escuchan golpes de fraguas
sedientas; donde murieron
dromedarios.
Sube desde mis arterias
un Mar muerto y tan oscuro
su paisaje;
se filtran sangres sumerias
por ese sangriento muro
de visaje.
No os rindáis en las batallas
y que siempre hemos tenido
y tan crueles,
porque vayas donde vayas:
pelead por lo vivido,
cual bajeles.
Vuela toda sepultura,
se pierden al horizonte
a mil millas;
y tuño la contentura
por las aguas de Caronte,
cual cuchillas.
Derechos reservados de autor
David John Morales Arriola.