Hay dagas que uno tiene que ver,
clavadas entre la piel y la carne,
entre el recuerdo y lo vivo que uno esta
y son esas mismas dagas las que permiten levantarse ensangrentado,
arrancarlas y caminar como si nada pasara.
A fin de cuentas son solo dagas que debían ser clavadas hasta el fondo,
para entender, en parte,
que uno ya no tiene el poder de decisión sobre las mismas...
La daga ha tocado mi puerta con la forma de tu nombre
y a rematado su intención con el nombre de ella,
unido al tuyo entre ósculos ocultos,
que a fin de cuentas yo ya presentía
y que a pesar de dolerme tanto,
me hacen inmortal!!
Y es que con cada daga interpretada en el beso que le das a ella
y antes me dabas a mi,
hay una capa de dureza penetrante en mi corazón,
haciéndome más fuerte,
convirtiéndome en una guerrera que tarde o temprano,
no sabrá pronunciar sus dagas,
ni tartamudeara siquiera cuando el cuchillo penetre entre piel y carne...