Me quedé en el ayer
en el ayer de tu suspiro
cuando, a orillas
del trémulo colapso
tomé en mis manos
tus rápidos latidos.
Me quedé en el ayer
bajo la piel del cielo
entre brillantes apagados
a la luz de los deseos
por entre las necias cascadas
de destellos remolinos.
Me quedé contigo
mientras la luna se escondía
tras el cenit de tu ventana.