Pingüino y Nerón dos perros con suerte
llegaron a casa sin tener pedigrí,
dos compañeros de juegos y fieles protectores
eran como dice la gente, “perros del monte”.
Comían tortilla, arroz y las sobras del día
también el pan de maíz de mi abuela María.
Sus nombres recuerdan el uno a las aves
con trajes de frac en los climas fríos,
era tan parecido a esos seres plumíferos.
El otro por su carácter fuerte
y su inclemencia
para atrapar a sus presas.
Los dos competían por cazar en el campo,
arrear el ganado y perseguir mariposas.
Hábiles nadadores, cruzaban el río
eran la balsa de mis hermanos
en las profundas pozas.
¡Qué ironía de la vida,
en las turbulentas aguas
terminar su existencia
en aquel río que fuese su alegría!