En tu adiós, quedaran los ecos esparcidos
sobre la andanada semillera, de los moldes que me dejas.
En el frenesí de tus caminos
abiertos solo para ti, en condición de entrega.
Fue esta tierra que te ungió la existencia
y ahora te vas y vuelas lejos navegando cielo tras cielo.
Fulgor de horizontes que se incitan seduciendo la proa extendida,
como viento acariciando el mástil titilante de tus huellas.
Que se van, a fundar nuevas tierras.
A nuestros surcos joviales hoy le crecen alas,
y las tuyas emprenden el vuelo primero,
mientras las mías apenas retoñan
cosechando semillas en espera,
y aguardan para seguir tus pasos.
Simplemente, seremos el recuerdo en la distancia
y el yugo que choca y golpea en nuestra ausencia.
Borrascas de sombras se acorralarán entre ellas
en los rincones que compartimos alguna vez
al compás de nuestras dichas,
cuando eras el fruto de este ramal labriego.
Te vas, sin embargo, no te guardes
que desde aquí te empalmaré con júbilo encendido
la arcada por la cual emergiste de las más centellantes deidades.
Será tu escultura el recuerdo en el seno de tu trono.
rebosado de esencia sabor a ti.
Vuela lejos hacia el sol infinito, no te detengas.
Vuela lejos trás la copa del vino triunfante, no desfallezcas.
Vuela lejos sin limite y no me olvides.
Vuela lejos y vierte a lo alto el empuñado triunfo trás tu partida.