Tú sabrás quizás que en Dinamarca no existen cerros ni montañas. A lo más, pequeñas colinitas ingenuas, inocentes. La última vez que estuve en Chile sus maravillosos cerros y cerras me conmovieron mi alma; como si fueran seres autónomos, vivos.
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Una cerra mu joven
ingenua, solitaria y necesitada de amor
cayó una noche entre mis dedos.
Yo la acepté
la quise
la consolé
para después con estos mismos dedos
echarla a la calle.
Y tanto fué el amor que le di
que jamás ha podido olvidarme.
Loca de desconsuelo
anda por los callejones y esquinas
gritando mi nombre.
Y yo
ya tan viejo y tan solitario
me muero sin tener idea de esto.
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Arte visual: Helene e Ian Welden.