El tic tac insoportable de las horas
recordándome lo efímero del día,
clavando sobre mis labios pesadas púas
de siniestras ausencias presentidas,
quitando de mi vista las impetuosas esquirlas de sol
y poniendo en su lugar una molesta escala de grises,
que se encarga nada más de recordarme,
lo sola que me encuentro,
mientras el gato observándome absorto
y las gotas de lluvia presuntuosas
emergen silenciosas de las nubes,
presiento que esta será otra noche como esas
en las que mi nombre se reduce a cenizas de recuerdo
y mis manos se entumen simulando ser rocas,
sobrepuestas en la monotonía de los días
y la falta de tierras explorables.
Se hace evidente entre crónicas banales
de noches de deseo y lujuria,
que tarde o temprano han de extinguirse de mi mente,
para siempre,
quizá cuando lo senil de mi alma,
llegue a su punto máximo de quiebre
y ni siquiera recuerde mi nombre ,
pero el tuyo aun siga presente,
carcomiendo mi ser con tus memorias
y probablemente relate a mis nietos,
la historia contemporánea de Romeo y Julieta,
con notas de nuestra historia de amor
y al terminar se escape de mí una lagrima
o el último día de mi vida
y antes de dar mi finiquito suspiro,
pronuncie tu nombre
como signo perpetuo de la caducidad de mi ser,
en una noche como esta,
con la misma maldita escala de grises…
Yulieth Gonzalez