Busco un amor verdadero
para que se quede hendido
en mi memoria, lo busco,
con la sangre hirviendo
de tanta espera, lo busco
desde tiempos ancestrales,
en las vidas que voy viviendo,
con el ansia entre los huesos.
Busco un amor sublime,
incomparable, que sea dueño
de todos mis cortejos, lo busco
por debajo de las piedras,
en lejanos confines,
en lo alto de las montañas,
en los valles disparejos,
en cielos desiertos,
en pastos calcinados,
en la nieve de las cumbres,
en campiñas con flores
y rojas rosas de corolas abiertas,
en tulipanes morados,
en los enormes girasoles,
en las huertas olorosas
y en las ramas que se mecen
por el viento y son acariciadas,
lo busco en los trinos de cenzontles
y aullidos de los lobos, en los truenos,
en la lluvia cristalina, en el brillos del sol,
en las noches y amaneceres.
Busco un amor en el trajín de las ciudades,
en sus calles oscuras, en restaurantes,
en tiendas opulentas, en los cafés
donde el tiempo no pasa,
lo busco por entre la gente venturosa,
en las jóvenes hermosas,
entre mujeres virtuosas
que valoran ser amas de casa,
lo busco en los andenes del metro,
por entre los pasajeros,
en los trenes vacíos.
Busco un amor en los avernos,
en los cielos estrellados,
en las maldiciones, en bendiciones,
lo busco en la sonrisa de un niño,
en el llanto de una madre,
en el abrazo de los abuelos.
Busco un amor como el que yace
incrustado en los pliegues de mi alma,
en los enigmas de mis poemas,
en el sueño diario, en el despertar,
en mis ojos tristes, lo busco,
en mi anhelo de amar y ser amado,
un amor como el tuyo,
exaltado, pequeño, frágil,
tierno y a veces fiero,
busco un amor para regarlo
con besos y alimentarlo de abrazos,
para que con mi poesía lo haga eterno,
y se quede para siempre
aquí en mi pecho, muy adentro.