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EL CEMENTERIO: LA HISTORIA DE LOS SUEÑOS PERDIDOS

Caminamos sobre  una niebla espesa que no parece desvanecerse, que no deja ver más allá de la realidad, que opaca mi vista, que llena de nostalgia.  ¿Vana realidad de sufrimiento o  simples sueños perdidos en la nada? El tétrico halo es el único que guía el camino, las lápidas de azulejo reflejan luz danzante; las lápidas de piedra solo parecen quedarse en la nada,  ocultos en la oscuridad donde creemos que no estamos.

 

        Así, los sueños van quedando, reflejados en la nada y en el olvido.  El hombre valiente está enterrado, ¡podrido de cuerpo!, pero sus ideales quedan reflejando luz en las tinieblas, en la oscuridad que opaca el paso en este mundo de muchos sueños apagados. Los hombres débiles y no soñadores quedan abandonados, son enterrados en el son del funeral de la humanidad que, esta, ya parece haber muerto, pero aún está muriendo.

 

        Veo ángeles negros, con siluetas oscuras que danzan en la sonata lenta y triste, tocan la niebla con la mayor de las ternuras, esperan más cantos y ruidos de nostalgia, esperan más sueños olvidados para enterrarlos y nunca más traerles flores a este entierro. No hay flores en este cementerio, solo unas cuantas míseras flores artificiales, viejas, olvidadas, cubiertas de musgo; como los sueños que aquí yacen.

 

        Nadie llora, para eso están estos ángeles del olvido; nadie recuerda sus sueños ¿Para qué? ya nadie quiere luchar, solo enterrar y buscar nuevos sueños que podrán ser enterrados en el  mismo cementerio donde está la niebla, donde las flores no están, donde las sonatas son más tristes que nunca, donde está la tumba del hombre olvidado y  donde los sueños están perdidos.