Bebe, oh mujer ahora de mis vinos,
y bebe el vino de Dioniso, el fuerte,
y el vino de mi vida y de mi muerte,
y ahoga en mí, tus mostos femeninos!
Bebe, oh mujer mi llanto y mi dolor,
y el nefando equinoccio de mi testa.
Y en virtud de tu gran beldad expuesta:
¡Te suplico beber también mi amor!
Vuelves...Y cual virgen inmaculada
(libre de todo mal), la gran Serpiente
antigua se conspira en tu mirada.
Después el numen de tu carne ciega,
se erige cual marfil en vuestra frente,
y otra vez en mi sangre el vino brega.
Derechos reservados de autor
David John Morales Arriola.
Poema de mi autoría