Si el mundo me viene encima,
yo lo llevo a dar una vuelta por el universo.
Que mi pecho alberga brasas,
y mis manos encienden cielos.
No hay tempestad como mi aliento,
No hay toro que jale más que mis sueños.
Soy el que mueve las montañas,
soy quien parte los mares con un dedo.
La locura y la vida me rinden honores,
yo las miro de reojo cuando las sobrevuelo.
De mis ojos salen soles imponentes,
de mi boca un sinfín de trompetas y tambores.
Pues soy el hombre que de niño se venció
a sí mismo. Aquel que al infortunio
le dio bofetadas con blancos guantes.
Soy el que cabalga los astros con mundo
en hombros.
Soy a quien temen los azares del destino,
Y los dioses reverencian al ver su olimpo.
Soy la existencia, caída y latido,
soy la fuerza, el llanto y ahínco.
La derrota que hoy celebra dichosa
haber vencido.
El ser humano que a tropiezos
convirtió su vida en un himno.