Pasó todo, como peñas en el arroyo,
Sonó todo cuanto pudo y a su modo;
Y me pregunto si estuvo en mis manos
cambiarlo todo en las brasas de un abrazo.
Estuvo siempre roto el desengaño y sus otros,
callando lo que creía ella gritaba
con el abanico en los labios
mientras sus ojos solo hablaban
sobre amor y sus engaños.