Mi Padre, primero.
Salisteis feliz, de la vida,
Vida que tú forjasteis,
Yo se bien que la gozasteis,
Razón de más, ¡No se olvida
Después de Dios, creador del destino
de tu semilla sobrenatural;
Agradezco a la vida tan plural
que tú me iluminaras el camino.
Hoy, tus vestidos son de blanco lino,
forma celeste, anillo sideral,
cubriendo con sinfonía coral
y esa nota extraña que yo adivino.
Hoy día, sin la fantasía de la vida,
has dejado una nube en mi costado,
pensamiento, como guía presentida.
Y en ese pensamiento he heredado,
la miel que tú gozaras de la vida,
será ese mi refugio consagrado.
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Muchos recuerdos guardo con nostalgia,
sabes, aunque te dije que te quiero
no fue lo suficiente, soy sincero;
es en el ouroboros la neuralgia.
Sagaz Quijote; Con la dulce vida…
¡Señor entre señores! … caballero;
¡Sin arrogancia! Chapín verdadero,
tuya la razón de más, ¡No se olvida!
¡De tus enseñanzas! yo soy consiente
solamente he tomado las más puras,
¿De pinceles? el más resplandeciente.
¡Filósofo peregrino! Procuras,
“desde lejos” se mi arcángel radiante,
señor de la vida que tú forjaras.
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¡Tu, Poeta visual! mi ejemplo virtual;
¡Un Rafael, un Murillo! ser, famoso;
¡Un arcángel, un ángel! ser, dichoso;
para mí, eres real, ¡Eres espiritual!
Siempre fuiste libre, como el Quetzal,
e la caída emergiste poderoso;
nunca mostraste tu ego caprichoso;
¡Mi poderosa Deidad, terrenal!
Siempre recibí tu amor y cariño
siempre el apoyo de buen compañero;
siempre me mirabas como a un niño.
Nunca dejaste de ser buen guerrero;
nunca severo en noches de armiño;
nunca dejaras, padre, ¡Ser primero! –
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Rafael Mérida Cruz-Lascano