Antes que yo existiera no había nada
pues todo para mí era el vacío,
ni existía el calor, tampoco el frío,
ni un sueño tan siquiera en la almohada.
Ni árboles había, ni había río,
ni el sol, la luz, la sombra, las estrellas,
las cosas horrorosas y las bellas
el temor, la traición, el amorío.
Por no existir, tampoco tú existías
ya que un poco después que yo naciste,
nunca que me encontraras presentiste
y aún menos que el hecho lamentarías.
Y en esta disyuntiva voy pasando
y el tiempo poco a poco consumiendo,
amando algunas cosas, presintiendo
la renta que gocé se está acabando.
Y pronto habrá otro día, otra alborada,
que presente ha de hacerse el desvarío,
la estancia y un sarcófago sombrío,
y de nuevo para mí ya no habrá nada.
©donaciano bueno