Con las fauces sangrientas de metralla,
la cobarde locura homicida,
nuevamente salió tras de la vida,
con el plomo maldito de su entraña.
¡Ay París, qué mortaja más canalla
luces hoy por la sangre dolorida!
¡Qué terrible demanda escondida
envenena la muerte cuando estalla!
Cómo surca el agua de tu Sena
con el llanto crecido por la pena
que dejó la cosecha del terror.
Y arrasados por balas y maldades,
los lamentos se van por bulevares,
arrancando preguntas al dolor.
Carlos Oyague Pásara
16-Noviembre-2015