Llevaba una sonrisa
y un vestido
hecho con poesía.
Su cabello
tan negro
le hacia la guerra
a esta noche sin estrellas.
Conversamos,
recordamos
y pintamos,
allá arriba
un futuro
que bien pudo ser el nuestro.
Me di cuenta
que ya no me dolía,
que su nombre
heridas no abría
y que ya no moría
por tocar su mejilla.
Sin embargo
mi cuerpo la reconocía
y ella
metiendo su mano en mi pecho
anunciaba su partida.
había música en sus pasos
y su aroma en toda la perspectiva.
Sentí un vacío,
me faltaba algo
que al mirar,
sus manos delataron:
llevaba colgando
cual péndulo
un pedazo
de mi corazón.
©NicolásRangel/Reservados todos los derechos. Nov.2015.