Aire huracanados que impetuosos anuncian su rebelión
gran vehemencia de sones los acompañan.
Las aves en carrera de marcha, colisionan a la lluvia
que ajena de visita, frívola desata humedad en los pastos oscuros.
Cada región desteñida por escandaloso soplar.
Afanosa tormenta estremece un otoño amargo
de incontables hojas amarillentas como el papiro de antaño,
y las ramas de los álamos solo se esconden en su lóbrego cuerpo.
¡Cómo contemplan mis ojos la tempestad, que estremece como batir de alas furiosas!
¡Cómo denuncian mis cuerdas vocales, los arrebatos y claman como un auxilio
los desates viajeros de las corrientes repentinas!
De una naturaleza casi soberana
que abate a direcciones con crudeza desesperante
impulsada por órdenes de quien ha establecido su voluntad.