Quizás tengas la razón y mis pupilas se nublan cuando afrentas a mi vida una decepción, quizá me quieres tanto que no imaginas cuanto daño me haces. Quizá encierro en mi mundo el mismo Universo que me negué a crear un día.
No puedo asentir una respuesta, aunque la deseo con ansiedad. No puedo negarme a sufrir aunque, cómo deseo ser una estéril roca, adusta a las alas de tus lágrimas.
No quiero creer que fuera cierto; pero si lo es, me niego y me negaré a aceptarlo:
Como pueden mentirme sus ojos, cómo pueden mentirme sus labios. Como puede existir en ella otra persona, otra “ella”.
No,… no existe en definitiva tal persona. Quizá yo tuve la culpa, quizá me negué a reprimir mis ansias y este sentimiento…
Sí,… esto es, yo tuve la culpa. Ella no intento siquiera tocarme. Yo convertí a ella en el “ella”. Yo fui el único culpable de mi propia muerte: “Nací un 25 de Octubre y muero un 16 de Noviembre”