Bella aurora, naciste entre espinos y madreselvas;
en honda soledad, la fría escarcha cubrió tu herida.
En mí, perdura tu inocencia; ese rocío que nace entre perlas.
Horadado en frías cuevas, el desamor abrasó la vida;
el germinar de una estela de ninfas nuevas.
Reposa por siempre en mi regazo, en esta tierra querida.
Viviste entre abrazos quebrados y nanas olvidadas;
forjado por los hados, tu albor no se doblegó ante nada.
Golondrina de mis días y de mis noches duerme sosegada,
que mis caricias te acunan; mis susurros te cantan al salir el alba.