Miguel Font

Envejeciendo juntos

 

No me inquieta, feroz y descarnada,

la verdad que vomitan  los espejos,

que se trepen la bruma a la mirada

y a la fase menguante los reflejos.

 

No pretendo evocar una alborada

y sus tonos brillantes y bermejos,

es la hora del ángelus, marcada

con mil sueños tan cómplices y añejos.

  

Nos amamos, la luz no fue apagada 

y en tus ojos estallan los festejos

que edifican el todo de la nada.

  

Conservamos el don de andar perplejos.                      

¡El amor es amor! ¡Cosa juzgada !

No es de joven, de niños, ni de viejos...