A esta hora impertinente…
de luz y de sombras,
siempre temo al acoso de tu recuerdo,
al desvarío de extrañarte donde los ojos no ven,
solo el alma siente.
Sé que llegas,
igual de implacable que cada nuevo día
y yo escapo en la noche de tu cuerpo,
al mármol de tu nombre tallado,
lápida que pesa,
en este corazón hecho de ausencias.
No tendré mas que el frío a esta hora,
de implacables segundos que gotean,
agujetas de besos que lastiman,
y mueren,
mueren desangrados
a la vera del inconsciente colectivo de extrañarte.
¡Ah de mi mano,!
huérfana de la tuya,
¿que de mi abrazo?
colgado del abismo,
asomado al suicidio que supone tu espalda que se aleja.
Es la hora,
la misma hora,
de ayer y de mañana,
de hoy...
la de transitar sonámbula,
aletargada,
borracha de tanta pena.