Hoy he de hablar con la palabra justa,
la misma que ni engaña, ni zahiere,
que se hace comprender como ella quiere,
que a instruidos e ignorantes igual gusta.
Que evita que hasta el viento se lastime,
haciendo un guiño a dios y a la prudencia,
amable y delicada con la ciencia
y a quienes le provocan también mime.
Que hoy quisiera yo estos versos adornar
con ramos que llenaran de empatía,
sembrados de ilusión y de alegría
desde todos los confines hasta el mar.
Y de este modo poder emocionar
a aquellos que embargados de tristeza
presientan su dolor se ha hecho pereza
y la angustia les tiente a suicidar.
Una palabra humilde, sin rencores,
preñada de bondad y de energía,
la misma que para mi yo desearía
con cinta y celofán, llena de flores.
©donaciano bueno