Cirratus

Lágrimas de piel y sal.

Tras aquella bruma

 

callaba la noche

 

un deseo escondido,

 

fue testigo la luna

 

de aquel encuentro,

 

de aquellas caricias

 

que acunaban su sexo,

 

de los besos a surcos

 

por aquellos cerros

 

y sus angostas laderas

 

que más tarde llovieron

 

húmeda escarcha,

 

y fue testigo el alba

 

cuando ya amaneciendo,

 

juntos, lloraron sus cuerpos…