Samuel Soto

Mocoso Y Sucio

Mocoso y sucio

también harapiento,

como recién brotado de la tierra,

era el niño en la calle,

un lugar con tantas luces y colores

que secuestraba los ojos,

rostros limpios, bellos, sonrientes

circulaban interminablemente

semejaban estrellas que nacían

de las esquinas, ventanas y portales

y se unían él, otro viajante

digno del mundo y sus frutos,

pero sus delgados pies descalzos

no percibian el frío mundo que pisaban,

no había en él malicia

(!Solo un paraiso indecible, en él)

para reconocer negras arañas

en la comisura de los labios

ni esas arrugas de lagarto

en los ojos secos de arrogancia,

él era una estrella pura en tránsito,

un cristo crucificado de paseo

sin noción del dolor o la soledad,

sin embargo, con nostalgias innombrables

como un remolino en el raído pecho

como si algo hubiese perdido

como si todos ellos

algo le hubiesen robado

para verse más bonitos

para ser su propia luz

dentro de su propia oscuridad.