Olas batidas
en blanca espuma,
que nacéis con la pleamar;
sabéis de mi tristeza;
no susurréis al viento,
este tierno cantar.
Apenas nací,
tan sólo era un suspiro;
en un mes henchido
de cristales de agua;
cubierta por un manto
de rosada escarcha.
Llegué a este mundo
en horas de fragor,
y dolorosa esperanza;
entre luces de penumbra;
de júbilo y pasión.
¡Era de bienaventuranza!