Aquí en el mar Las primaveras siguen, Verdes y azules, siendo. De espaldas al lienzo De las primeras laderas del mundo Donde la noche dejó lluvia de flores Y el aroma de mieles Se entremezclan de sal y espuma Porque no he conocido rosas ni claveles Que se acunen en las olas de mi vista infinita Y el corazón me reclama Alas que perduren, los inviernos vencidos Porque fui poeta de tus arenas blancas De tu poder sonoro Hoy oigo las trompetas del equinoccio El único que guarda la llave de mis sangres Y he de contestar su llamada y retreta Te daré la espalda madre Para endulzar mis labios Con la primavera de las flores No me llores, que regresaré Cuando el estío seque mis raíces y el tacto de mis dedos añoren la fresca piel de tus brillos. No me llores