Crueles y amados ojos negros,
para qué los he querido,
si me hacen ver lo inconveniente,
si me traicionan frente a él.
Me obligan a ver al que no debo.
Y al hacerlo, insensatos, me delatan,
pues no puedo ocultar los anhelos
que en mi corazón se arrebatan.
Con todo el arsenal que interpongo,
son estos mis ojos, el franco débil.
Y él..., se aprovecha, el me mata...
Con su parafraseo despiadado,
no deja de proferir sus talentos,
yo, impávida..., lo veo sin escucharlo,
embelesada con mis pensamientos...
que le gritan con grandes miradas:
¡Cómo deseo callarte con mis besos!
¡ay! ¡pobre de mi! Trémula y trepidante,
¡Estoy igual que Dante...!
peregrina entre los infiernos y los cielos.
AlfonsinaELK