El hombre que hace la noche
puntual y sin apuro
va poniendo cada estrella
puliendo sus brillos.
Es una incógnita, su historia
va cantando como las brisas suaves
en el intenso silencio.
Cada tanto mira su obra
algunas luces, en la profunda oscuridad.
Hasta que fatigado de lo mismo
se sienta frente al más lejano fulgor
abriendo los brazos
que serán luna de plata.
Entonces mirarás enamorada
en un manto de brillos titilantes
llegando sus brazos
a la infinita curva
de tu vientre fecundo.
Y desde allí nacieron
cada una de las noches enamoradas.