De mis antepasados aztecas, mexicas y tlaxcaltecas
tengo la adoración por el maíz
y la idolatría por la madre
De mis españoles
la fe ciega embrutecida
la imposición por la fuerza
y la dedicación a la lucha por desmembrar mis mismos ideales
¡Qué siglo de tecnología!, computadoras, tablets, celulares, remplazan el calor ardiente y el tierno abrazo que nunca ha sido dado, que siglo de comunicación, podemos hablar sin hablar, reír sin reír y llorar sin haber llorado, los que sueñan pueden crear, así los sonámbulos que se desviven por aprobación.
¡Qué siglo de teatro!, demasiada teatralidad sin vivir nuestro papel, ¿qué papel hemos sido condenados?, si el qués pobre triste y desdichado es aquel que su posesión canta la propiedad de sí mismo.
¡Qué siglo de soledades!, te acompañare y me acompañaras, viviré y vivirás, serás remplazado por el aparente mejor que tú, si no, volveré arrepentido por haberte huido, me aceptarás me refugiaré y lo volveré a hacer.
Dicha, dicha, dicha, alquimistas se pierden en colectivos, los artistas hacen arte llenando baldes de agua, donde quedo la belleza de los seres mitológicos, de la destreza del cuerpo, del sentimiento del alma, del cogito, del pensamiento, ahí quedo, en feisbuc.
Somos los mendigos del alma, los vagabundos del peto de cristal