¡PARA MANOLA!
Desde que la conocí
muchas veces me pregunto,
¿Cómo llegaste hasta aquí?
Tú, que recorriste el mundo.
Fue una monjita, Manola
que a Brasil alguien mandó,
como si fuera una ola
que cantó sin estar sola,
la palabra del señor.
El tiempo que allí pasó
solo la misma conoce,
y las almas que salvó
su Dios se lo reconoce;
pues para ella fue goce
con quienes juntos vivió,
entre miserias y coces.
Ahora en una residencia
veo sin moverse de su silla,
a esa que fue polvorilla,
pues en sus ojos yo leo
y por su sonrisa creo,
siempre será maravilla.
¡El tiempo que no perdona
nunca tregua nos ha dado,
más, este nos abandona
en cualquier sitio olvidado,
sin tener cuenta a persona
ni la fama que ha logrado!
Joanmoypra