Colofón para una utopía permanente
Un temblor enardecido apaga luces en plena oscuridad.
Un soplo grisáceo de estómagos desconchados ansía
un triste torrezno para subsistir cuando unas leves pupilas se asomen al acantilado.
No parece el lienzo adecuado para copiar a Julio Romero ¿verdad?
Tal vez a Goya, por aquello de <Los Horrores>.
El repicar de los fusiles produce inquietudes y los trazos
se amalgaman a la vez que los colores pierden su brillo.
El tamaño de una sola pieza, en algún caso determinado
no está, del todo, ajustado por muy escasos milímetros.
La medición es errónea y no satisface ni a los menos
exigentes que recorren las salas del museo.
Es el principio del fin, mas… ¿por qué yo?
Viento de Levante