La blanca campiña
La blanca campiña le implora
al cielo la lluvia callada,
aquella que llega flotada
y sangra la escarcha que mora.
Tampoco le importa que ahora
los rayos visiten la helada
y dejen la estampa preñada
del tono verduzco que añora.
Al tiempo que el día amanece
y el cielo declama su canto
la hierba por fin reaparece
y llena de sueños el manto;
y mientras que el blanco decrece
el verde despliega su encanto.
Gavase