Encima la esperanza agotada y sin fuerzas,
se deslizaron las alegrías en su partida.
Desaparece la luz que en el transitar de alondra,
lleva aromas de quejidos en el alma abierta
por la neblina que penetró de inmediato,
por la colina abierta de sus poros,
casi llaga que acumula la agonía
de vegetar tras la cortina
y una tormenta que se avecina
por la puerta del fondo
y que el dolor sea tan hondo,
duele que se pertreche la noche
a veces de insomnio,
a veces de sueños locos
que se parecen al viento
que se alzó travieso tras de ti,
y una caricia a veces abierta,
otras cerradas
pero prendida en el camino de tus ojos.
Otrora un beso, que fue una mirada.