La ciudad donde yo vivo
se llenó de fuerte viento,
donde sopló muy contento
moviendo el polvo festivo.
Danzó y jugó destructivo,
vistiendo muy polvoriento
entró a mi departamento
y despojó su atractivo.
Y mi hogar quedó empolvado,
se vio así tan despojado
de su tan pulcra belleza.
Mas, me enojó su presencia
porque colmó la paciencia
de mi esmerada limpieza.