Hay en el cielo de tus cabellos estrellas de plata
y en la danza de tus ojos torbellinos de belleza.
En el amanecer de tu cara la brisa canta
y en tu voz escucho gorjeos que me llaman.
Allí la montaña es un olor encendido
por fragancias de violetas y jazmines.
Todo en tu cuerpo es alborada y risa
y en tu alma, círculos de luz.
Sólo tengo un reproche de seda
para ti, hermana de Venus.
En tus labios húmedos brilla la sed del mar
sin que me dejes beber esas olas esquivas.
Efraín Gutìérrez Zambrano