Al grácil ámbar de tus ojos que me sumen en la agonía de saberte ausente,
Al lóbrego del azabache de tus cabellos que evocan mis noches sin ti,
Al ardoroso de tus manos que a otros sanan y a mi me desentienden,
Al lozano de tu jovial sonrisa que acomete mi fidelidad
A ti que de la salud hiciste arte, vocación y maestría
Cura la irrevocable aflicción de existir sin saberte mìa