Delalma

LA SEÑORITA GÓMEZ

¡Gómez!, una amiga chiquilina de la infancia

la que conocí en  inicial siendo ella muy niña

de quién hasta hoy conservo, su amor y su cariño

me saludaba a diario… ¡con un pellizco!

 

Era como un… ¡Buenos días! y una mirada de aquellas...

pero como verán… para mi empezaba mal

Gómez me tenía dominado,  me llamaba y me ordenaba

¡Yo era como su marido!...

 

Tenía que hacerle las tareas, en primer lugar

llevarle emparedados, en segundo lugar

y “soplarle” en los exámenes, en tercer lugar

espigada y delgadita… pero iba creciendo.

 

Y a ella… ¡todo le crecía!

al comienzo odiaba sentarme a su lado

pero después, peleaba por hacerlo

ya no me maltrataba y se había vuelto linda.

 

Ya éramos como de quince, pero ella tenía veinte en todo,

que le delineara los ojos y los labios, era mi obligación

que le pusiera rímel y le pintara la boca…

¡Casi me vuelvo cosmetólogo, y todo por ella!

 

La confianza me animaba a llamarla: ¡Gómez!

volteaba y me decía: Gómez no, ¡Señorita Gómez!

pero ya me había enamorado… ¿Y quién no?

alta y muy guapa… ¡me dejaba ser su amigo!

 

Le llevaba el bolso y la mochila de cuadernos

ella siempre adelante, abrumado pero contento… ¡yo la seguía!

pero ella ya me miraba con otros ojos… ¡de compasión!

¿Estás cansado Cueva? ¿Se cansó mi amor?... ¡se reía!

 

Un feliz y agraciado día que estaba de maquillador

la pinté para mí y la dejé más linda que nunca, se miró al espejo

se levantó  coqueta… me agarró la barbilla

¡y no pude más… la besé y me besó!

 

Han pasado los años y ya tenemos tres…

¿Qué quieres amor? ¿Te falta algo mi vida?... se ríe,

nos miramos a  los ojos y nos dejamos llevar,

mientras los tres chiquilines corretean por ahí.

 

Delalma

Sábado, 13 de marzo de 2010