Tengo un poema clavado en las sienes
tal bala de suicida, pero no quiere ser verso.
Se cree uno de los tres tristes diablos,
que comen trigo en un trigal.
Se cree complejo, inseguro y escueto.
Porque si fuera lo que él cree no ser,
yo tendría la convicción de un Dios.
Y es allí, justo allí que la valía del poeta
se mofa en la cara de la ciencia y el paganismo.
Y brinca, y desgarra los sesos esparcidos. Porque…
Por cada hoja y por cada trazo de pluma
(historia y sangre).
Se vislumbra un agridulce olor a inmortalidad pero.
Y es así: “¿Así que quieres ser escritor?”.
Y es que ser inmortal es dejar tuerta a la muerte,
es creer en Dios y
vivir en los infiernos de Satanás.
¿Y estás listo?
¿Estás listo para despojarte del dolor?
Cortarle las venas al amor,
apagar el sol,
perder mundo.
Recoger los vidrios del alma,
Y volverlos a tirar.
¿Estás listo?
Estas listo para ver ese
poco lustro de tu mirada
y por las noches; soplar estrellas.
Borrar la luna.
Y así entendí a Bukowski…